6 jul 2021

EL FUTURO

¿Cómo será Monfero dentro de 20 o 30 años? ¿Quién lo poblará? ¿Qué sociedad tendrá?

No será, eso es seguro, la sociedad rural que aún quedaba hace medio siglo, cuando yo nací. Los recuerdos entrañables de aquella gente humilde, trabajadora, honrada, generosa, han quedado ya en la bruma de los tiempos, para no volver. No será la sociedad del futuro como la que pasó.

Los herederos de aquellos hombres viejos que aún viven y trabajan en Monfero han evolucionado. Hoy hay en Monfero robots que ordeñan vacas y procesadoras que cortan, desraman, pelan y trocean un árbol. Los niños de hoy se conectan a Internet y la gente se comunica por WhatsApp igual que en cualquier otra parte del mundo. 


El aislamiento, lacra secular del medio rural, de repente deja paso a las autopistas de la información. Hoy un escolar de Alto Xestoso puede intercambiar información con una persona en la universidad de Standford sin mayor problema. Muchas veces he pensado en el salto evolutivo que presenció mi abuelo, que nació con el arado romano y murió con los teléfonos móviles. Sin quitar trascendencia al salto de los abuelos, tal vez sea más radical, en lo social, el de la llegada de Internet a los hogares. De repente ya no estamos lejos, Monfero ha viajado, como todos los demás sitios que tienen acceso libre y asequible a Internet, al centro del mundo. Hoy estamos en el centro del mundo. Esto es algo que ya no volverá atrás. Salvo que haya una catástrofe planetaria, seguiremos estando en el centro del mundo. 
 

Este salto al centro del mundo ha invertido la situación comparativa de Monfero con respecto a otros sitios. Ya vemos que van llegando gentes de fuera, que vienen a vivir de nuevo a Monfero. No solo han empezado a venir hijos y nietos de gentes de aquí, sino también inmigrantes de los países hermanos de América y, aún más significativo, gentes que vienen de otras partes de España y de Europa. ¿Qué viene buscando esta gente? ¿Por qué, de todos los sitios del mundo a los que podían haber ido, han venido precisamente a vivir a Monfero?

Es claro que no han venido a trabajar a nuestras industrias, más allá de los que puede acomodar el sector maderero y agropecuario no hay otras industrias que absorban mano de obra.

Tampoco han venido a Monfero por la gran cantidad de servicios disponibles: médicos, bancarios, comercio etc.

¿Por qué habrán venido entonces?

Aquí solo abunda una cosa: la paz, la tranquilidad, la buena vecindad, en una palabra, el buen vivir, que no consiste en tener la cantidad de servicios que el mercantilismo hace proliferar en las urbes, pero que, satisfecho un mínimo, no aporta nada al individuo.

Atraídos por este buen vivir han de llegar más gentes. Vendrán, comprarán o alquilarán las casas deshabitadas y poblarán de nuevo Monfero. Algunos serán jubilados que volverán a donde nacieron para vivir su retiro en paz. Otros serán gentes que desarrollan trabajos que no requieren la presencia física, que trabajarán desde casa, para envidia de sus colegas, y podrán tener la ventana abierta y se colará en sus videoconferencias el canto del pájaro.

No podrán venir en masa. Ya no se puede construir sin medida. El crecimiento que sea será ordenado.

Esas gentes vendrán con familias o vendrán a crearlas aquí. Tendrán unos ingresos razonables, típicos de esas profesiones del conocimiento. Necesitarán servicios para ayudarles a mantener sus fincas, reparar sus casas, y con ello se crearán otros trabajos.

Su proceso de inclusión en la sociedad de Monfero nos enriquecerá. Habrá algunos roces, porque vienen de otros sitios y tienen otras costumbres, pero muy pronto se adaptarán y nos adaptaremos, y encontraremos un modo de vivir en armonía, como venimos haciendo hasta ahora.

Así, con el tiempo, el producto interior bruto de Monfero irá teniendo un nuevo componente, el de la industria del conocimiento. La tierra, el monte, el turismo ambiental y el conocimiento trabajando juntos. El monte, el prado, la naturaleza, la mente. ¡Maravillosa combinación!

No hará falta polígonos industriales para tener industrias, las industrias que se harán en Mofero serán industrias verdaderamente sostenibles, derivadas del campo y del monte. La potencia del conocimiento que llegará fecundará los sectores agroforestal y medioambiental, se verterá el conocimiento en la vecindad y se alimentarán unos a otros. ¡Asusta pensarlo! ¡A dónde se podrá llegar Monfero!

Con esos nuevos habitantes vendrán los servicios. Habrá médicos, habrá todo lo necesario.

Este proceso ya está a la vista, ya ha comenzado y continuará solo. A no ser que suceda algo.

¿Qué podría suceder? ¿Qué podría pasar que volviera imposible este futuro? ¿Qué factor podría dar al traste con ese llegar de gentes que ya están viniendo?

La respuesta es sencilla: El deterioro del medio ambiente. El principal motivo que atrae a la gente a Monfero es la calidad de su paisaje, de su entorno. Internet hay en todas partes, más barata que en Monfero, y mejor. Campo lo hay en otros sitios. De no ser porque este sitio es precioso, ¿qué otro motivo tendría alguien para venir a Monfero a vivir? Afeado Monfero, mancillado su aspecto, todo lo demás sería insulso, anodino. Habría perdido su ventaja competitiva frente a otros sitios.

Si Monfero perdiera su belleza, el futuro sería el inverso: Empobrecimiento, pérdida de población, abandono...

El negocio del turismo ambiental languidecería rápidamente, herido de muerte al haber perdido el principal elemento de valor.

Los naturales de aquí aguantarían hasta que sus hijos simplemente no volvieran de sus estudios. Incluso las granjas que quedan irían desapareciendo, porque no habría relevo generacional. Probablemente el futuro de las granjas fuera el alquiler a una empresa que montara una macro-granja, rompiendo el equilibrio que garantiza la explotación familiar.

Tal vez la menos afectada sería la explotación forestal, pero aún esa se vería afectada por la despoblación

Hoy, Monfero se enfrenta a una amenaza que compromete de forma crítica su futuro. Quienes promueven los parques eólicos no han hecho este análisis, que será aproximadamente el mismo al que llegará la mayoría de los vecinos. Sabemos ya, por la evidencia habida en otras partes, que los proyectos eólicos concentrados, como el que se trata de implantar aquí, no crea, a la larga, ningún puesto de trabajo neto. Al contrario, los destruye. Cada uno de los vecinos de Monfero debe considerar, con toda seriedad, el efecto que el proyecto eólico podrá tener sobre nuestro futuro. No hacerlo implica saltar con los ojos cerrados desde un precipicio. No hacerlo significa tirar al mar el cofre de la riqueza que nos ha sido dada, que nos ha sido legada. Una riqueza que, al fin, no nos pertenece, que pertenece a las generaciones que están por venir.

Aquilino García López.

 

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